
Mi primer día de cuarentena no lo llegué a
pasar tan mal como yo lo esperaba; ese primer día fue uno de los mejores del
encierro. Esa jornada la pasé jugando a las cartas con mi familia, hice “tick tock” con mi hermana (me reí mucho
de ella), también estuve un rato junto a mi familia llamando a otros familiares
y, lo mejor, sin duda, fue la llegada de la noche y la video-llamada con mis
compañeros de clase (bueno, con los que mejor me llevo).
Cada vez que pasan más los días, me doy
cuenta del valor que tienen las cosas y, como dicen por ahí: “no valoras algo,
hasta que las pierdes “. En uno de estos días de aislamiento he pensado mucho y
he llegado a la conclusión de que no quiero desaprovechar mi vida delante de un
teléfono o una tele; quiero disfrutar todo lo que no he podido en el encierro o
incluso más, porque ya se el valor que tienen las cosas.
Es un poco triste que te tengas que dar
cuenta de las cosas de esta manera, sí, pero mejor tarde que nunca, como reza
el dicho.

Y este miedo que se siente al pensar que le
puede pasar algo a tu familia y mucho más a tus abuelos, que son los que antes
pueden contagiarse de ese virus .
Por otro lado y debido a que no podemos
asistir a clase para prevenir contagios, nuestros maestros nos están mandando
tareas, trabajos... Lo gracioso es que hacemos más en casa que en clase…¡O eso
presiento yo!
Espero que todo esto acabe cuanto antes, porque
tengo muchísimas ganas de ver a mis amigas, compañeros de clase, ir a la playa,
hacer las acampadas planeadas que tuvimos que aplazar debido a lo que estaba
Pasando…¡Pero
bueno, cuando acabe todo, disfrutare al máximo de todo!
No hay que olvidar nunca esto:
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